miércoles, 13 de enero de 2016

Inés Rivadeneyra

Nació en Lugo el 2 de noviembre de 1928. Cuando tan sólo contaba unos pocos meses, su padre, interventor militar, fue trasladado a Valladolid. En esta ciudad pasó su niñez y parte de su juventud. Su padre mantuvo el amor hacia la patria chica enseñándola canciones populares gallegas que ella repetía  en el colegio donde recibía su educación primaria. De ahí nació su afición por el canto. Formó parte del  coro que existía en las Dominicas de San Pablo, y fue su director quien descubrió su buena disposición hacia la música. De él recibió las primeras lecciones. 
En 1946, a los dieciocho años, se trasladó a Madrid pensionada por la Diputación de Valladolid. Comenzó los estudios de canto en el Conservatorio. Fueron sus maestras las eminentes Angeles Ottein y Lola Rodríguez de Aragón. Fue una alumna aventajada porque culminó los cursos con el “Premio Fin de Carrera” y el codiciado “Lucrecia Arana”. Y con ellos el reconocimiento del director del centro, el maestro Jesús Guridi, que la animó a que solicitara una beca de la Fundación Juan March, la cual le fue concedida para perfeccionar su formación en Milán y Viena. 
Su debut como amateur tuvo lugar en Valladolid, en 1951, cantando páginas de Verdi, Giordano, Bizet, Donizetti y Toldrá. Profesionalmente lo hizo ese mismo año en París, en el Teatro de los Campos Elíseos. 
En 1952 estrenó en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona la ópera Soledad, del violinista y compositor catalán Juan Manén y a ese teatro volvió de nuevo en 1966 para cantar Carmen, obra que siempre ha sido su preferida. Llegó a interpretarla más de cien veces y supo dar al atractivo personaje el ardor, la pasión y color que pide sin caer nunca en la españolada. En 1956 debutó en el Teatro Campoamor de Oviedo en el papel de “Magdalena” de Rigoletto
En 1956 participó en la reapertura del Teatro de La Zarzuela tras la reforma que hizo la Sociedad General de Autores. Fue con Doña Francisquita, título que contó con un gran reparto: Ana María Olaria, Lina Huarte, Ana María Iriarte, Alfredo Kraus, Carlos Munguía, Gerardo Monreal, Selica Pérez Carpio y Aníbal Vela. Sobrepasó las cien representaciones. En este mismo teatro estrenó en 1964 El hijo fingido del maestro Joaquín Rodrigo. 
Aparte de haberse prodigado en conciertos incluyó en su repertorio algunas óperas como Carmen,  Rigoletto, La forza del destino, Aida, Il Trovatore, Un ballo in maschera, Orfeo, La Favorita y Faust. 
Hallándose en el apogeo de su carrera y en plenitud de facultades, decidió retirarse en 1973, cuando a sus cuarenta y cinco años podía haber seguido pisando los escenarios. Su última actuación fue en el Albert Hall de Londres, cantando con Victoria de los Angeles en La vida breve . Por entonces se abrió la Escuela Superior de Canto que creara su maestra Lola Rodríguez de Aragón y optó por la enseñanza. En 1979 obtuvo en ella, por oposición, la cátedra de canto en la que se mantuvo hasta su jubilación en 1994.

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