martes, 13 de octubre de 2015

Ruperto Chapí

Nació en Villena el 27 de marzo de 1851. A los cinco años empezó el estudio del solfeo. A los dieciséis marchó a Madrid, donde ingresó en el Conservatorio; allí estudió el piano con Fernández Grajal y la armonía con Galiana. En 1872 era director de una banda militar y compuso Fantasía morisca, obra que se hizo famosa.
Pensionado en Roma, Chapí compuso y mandó a Madrid las obras Polaca de concierto, para orquesta; Motete, a siete voces; La hija de Jefté, ópera en un acto, estrenada en Madrid en 1875; y una monografía de las obras de autores españoles existentes en la Capilla Sixtina. De Roma pasó a Milán, donde compuso La muerte de Garcilaso, ópera en un acto, y el poema sinfónico Escenas de capa y espada. Desde París, donde residió una temporada, envió la ópera en tres actos Roger de Flor, estrenada en Madrid en 1878.
De regreso en la capital de España, se dedicó a producir obras para la escena, sobre todo zarzuelas. El 11 de marzo de 1882 estrenó La tempestad, zarzuela en tres actos que constituyó uno de sus mayores triunfos, a la que siguió El milagro de la Virgen. Cinco años después alcanzaba otro éxito clamoroso con el estreno de la zarzuela en tres actos La bruja. Sucesivamente dio a la escena La revoltosa, Pepe Gallardo, La chavala y Curro Vargas.
En 1902 estrenó en el Teatro Lírico de Madrid la ópera Circe, con libreto de Ramos Carrión. Su última obra, Margarita la tornera, fue estrenada el 24 de febrero de 1909. La producción teatral de Chapí es muy copiosa. Además de las obras citadas, cabe señalar la zarzuela El puñao de rosas, con texto de Arniches, estrenada con gran éxito en Madrid el 30 de octubre de 1902. Nuestro autor compuso también música instrumental y de cámara; sus tres Cuartetos para cuerda y la suite sinfónica La corte de Granada, sobre todo la Serenata, fueron en su tiempo ejecutadas infinidad de veces.
La obra teatral de Chapí dio un gran impulso a la zarzuela. Fue un compositor de vena fácil y limpia técnica, creador de agradables melodías. Dominó el género cómico y el dramático, y también las producciones de carácter típico y callejero. Media docena de sus zarzuelas alimentaron constantemente los programas del género hasta los años treinta, época en que se inició la rápida decadencia de esta modalidad teatral.

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