viernes, 9 de octubre de 2015

Francisco Asenjo Barbieri

Francisco Asenjo Barbieri nació en Madrid el 3 de agosto de 1823 y falleció en su ciudad natal el 17 de febrero de 1894. Su vida, año por año, hasta 1875, ha sido expuesta minuciosamente por Antonio Peña y Goñi en un folleto agotado actualmente que es una hoja de servicios provechosísima para todo biógrafo. Túvole a Barbieri en la pila bautismal, una hija del famoso tonadillero Laserna, y diríase que esto pudo influir para fomentar el casticismo madrileñista que después rebosaría buena parte de su producción musical.
Desde temprana edad se manifiesta el carácter independiente del compositor. En un convento de trinitarios de la Mancha estudia Humanidades. Traduce con facilidad fábulas de Esopo en verso castellano, y otras de Samaniego en versos latinos. Desiste de ser médico y opta por la ingeniería, pero la abandona también por su verdadera vocación: la música.
Tiene Barbieri ocasión de oír ópera italiana en el Teatro de la Cruz donde su abuelo materno ejercía el cargo de alcaide, y entonces halla su camino de Damasco. Ingresa en el Conservatorio; estudia con P. Albéniz (piano), Broca (clarinete), Saldoni (canto) y Carnicer (composición). Las circunstancias familiares le dejan solo y abandonado a su suerte en Madrid. Se contrata como clarinete en una banda de la Milicia Nacional; copia música para teatros y almacenes; empieza a componer canciones y romanzas. Contratado como maestro de coros y de apuntador en una compañía italiana, recorre con ella varios teatros; es profesor de música en la Escuela de Nobles Bellas Artes de San Eloy; compone la ópera italiana Il Buontempone, que no se representa por haber fracasado la empresa que iba a estrenarla; canta en alguna zarzuela; hace crítica musical en la Prensa; es apuntador en el teatrito del Palacio Real y director de una compañía que fracasó económicamente. Fundó la revista La España Musical y emprendió una campaña pro ópera española.
Sin embargo, su temperamento realista lo llevó a impulsar desde el primer momento, el renacimiento de la zarzuela, que hacia 1850 empezó a revivir de un modo espectacular merced a Barbieri, cofundador con J. Gaztambide, C. Oudrid, J. Inzenga, R. Hernando y el actor y barítono Francisco de Salas, así como el libretista Luis de Olona. Los siete formaron la Sociedad Artística que impulsó el género y que en 1856 fundó el Teatro de la Zarzuela de Madrid.
Escribió 73 zarzuelas entre las cuales destacan, en un acto: El vizconde, Gloria y peluca, El hombre es débil, Artistas para La Habana, El Sr. Luis el tumbón; en 2 actos: El Marqués de Caravaca, en 3 actos: Jugar con fuego (su obra maestra), Los diamantes de la corona, El Diablo en el poder, El relámpago, El secreto de una dama, Pan y toros, El tributo de las cien doncellas, Sueños de oro, El barberillo de Lavapiés, El Diablo cojuelo; en colaboración: La vuelta al mundo y El testamento azul. También cultivó Barbieri otros géneros musicales. y entre sus obras figuran el coro Visca la Pau, con letra de Apeles Mestres, que se cantó bajo la dirección del maestro Vázquez por la Sociedad de Conciertos de Madrid en 1884. y el motete Versa est luctum, que firmó Barbieri con el seudónimo irónico y alemanizado Vermutmeister (presunto maestro).
Su labor como director se manifiesta ya en 1859, organizando durante la cuaresma seis conciertos con 93 voces, 10 instrumentos solistas y 86 profesores de orquesta y banda. Estrena obras aplaudidísimas, figurando entre los autores de las mismas, Mozart, Beethoven y Weber, y su ejemplo sugiere la creación de la Sociedad Española de Conciertos. En otra sesión memorable, celebrada en el año 1864, estrena con coros y orquesta la obertura de Tannhäuser, que fue el primer fragmento wagneriano interpretado en Madrid. Con su pluma de literato se manifiesta en discursos y trabajos extensos de variada naturaleza. A él se debe la aportación musical a la Historia de las ideas estéticas en España, de Menéndez y Pelayo.
Ejerció el profesorado de Historia de la música en el Conservatorio de Madrid, fue investigador musicólogo y publicó el Cancionero de Palacio (siglos XV y XVI). Recibe desde joven distinciones preciadísimas. Es académico de Bellas Artes al crearse la Sección de Música en esta corporación, y también le abrirá más tarde sus puertas la Real Academia Española. Su fallecimiento, acaecido seis días después que el de Arrieta, llenó de luto nuestra vida nacional.
Relegado a unos pocos títulos por la costumbre, y aun éstos programados pocas veces, la figura de Barbieri ha sido recientemente reivindicada y nuevamente propuesta al público del madrileño Teatro de la Zarzuela merced a dos reposiciones de obras muy olvidadas de su producción: Gloria y peluca, una de sus primeras obras, que data de 1850, repuesta en octubre de 1983, después de más de un siglo de olvido, y Chorizos y polacos, que no se había montado, según parece, desde 1876, y que el Teatro de la Zarzuela pudo montar en la temporada 1984-85 merced al hallazgo de la partitura original en casa de unos descendientes del compositor
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