Además de los escenarios teatrales, prodigó actuaciones en otros medios, como la televisión, el cine y la radio. Poseía una voz limpia, de agudos cristalinos, con un timbre muy hermoso manejado dúctilmente, unido al encanto y elegancia de su persona.
Estudió piano y canto en el colegio de las religiosas Felipenses y, al acabar el bachiller, recibió las enseñanzas de su padre, que había sido también cantante. Pasó un tiempo en Milán con la maestra Mercedes Llopart y en el Conservatorio de Madrid, donde estudió declamación, ballet y estilo. Debutó en 1950 en el Teatro Real de Gibraltar con un partenáire un tanto especial: su padre, ya retirado, pero que actuó a petición del empresario.
Al año siguiente cantó junto al veterano Pablo Civil Lucía de Lamermoor, en el Teatro Guimerá de Tenerife. Repitió con esta ópera de Donizetti (que interpretaba con exquisita brillantez) en el teatro de su debut, y posteriormente la cantó en el Teatro Lope de Vega de Sevilla (1953) y en el Calderón de Madrid (1954). Se presentó en el Liceo de Barcelona con La Bohème de Puccini, acompañada de Ausensi, Rizzieri y Ken Neate, y en este mismo teatro cantó también Rigoletto con Pablo Vidal.
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