lunes, 30 de noviembre de 2015

Joaquín Gaztambide

Joaquín Romualdo Gaztambide y Garbayo. Nació en Tudela (Navarra) el 7 de febrero de 1822 y murió en Madrid el 18 de marzo de 1870. Muertos sus padres, encontró apoyo y protección en un tío suyo que, vista la disposición musical del huérfano, lo puso bajo la dirección del maestro de capilla de la catedral de Tudela Don Pablo Rubla, enviándolo después a Pamplona, en donde estudió piano y composición con el maestro Guelbunzu. En 1842 se trasladó a Madrid, matriculándose en el Conservatorio en piano y composición, clases dirigidas, respectivamente, por Pedro Pérez Albéniz y Ramón Carnicer. En 1844, su amistad con el barítono Francisco Salas le valió para ser nombrado Director de coros del Teatro de la Cruz, donde actuaba una compañía de ópera. Desde entonces se dedicó a la composición de zarzuelas, algunas de ellas en colaboración. Tuvo fama el maestro de un carácter algo avinagrado y de él se cuenta la opinión que le mereció Gayarre cuando en sus inicios el famoso tenor se sometió a una prueba, el dictamen fue “¿Y tu quieres ser tenor? ¡Pues hijo, ni para corista vales!”. Algo parecido al “¡No sirves!” que espetó a Marcos Redondo el maestro de capilla de la catedral de Ciudad Real Don Nicolás Fernández Arias, en parecidas circunstancias pero cincuenta años después. ¡Menudos descubridores de talentos! Murió a los 48 años tras sufrir una operación de hígado.
Ha pasado a la posteridad, además de por su obra, por haber formado parte de la sociedad comanditaria creada para el establecimiento de la zarzuela en España, junto con Barbieri, Oudrid, Hernando, Inzenga, Luis de Olona y Francisco de Salas, empresa que culminó con la creación de un teatro específico para el género, que fue desde el 10 de octubre de 1856 el Teatro de la Zarzuela. También Gaztambide fue componente, junto con el pionero Hernando, Oudrid, Barbieri e Inzenga del “grupo de los cinco” de grandes músicos españoles que iniciaron la zarzuela grande, muy italianizada todavía pero que dio lugar más tarde a la explosión de los Bretón, Chapí etc… A este respecto me hago eco de los comentarios del padre Federico Sopeña volcados en obra abajo citada que señala que deben desbaratarse dos tópicos en relación con el verdadero nacimiento de la zarzuela, uno es ligarla con el género del mismo nombre cultivado en el Madrid cortesano del siglo XVII presentándola así como representación del nacionalismo musical, falso supuesto que queda clarificado sólo con señalar los títulos de más éxito de los compositores citados, concluyendo “que lo que hay de nacional en las famosas jotas de Oudrid, lo que hay de alusiones campesinas en algunos títulos no bastan para hablar de nacionalismo, más aun cuando no pocas de esas obras son arreglos de otras francesas”; el otro tópico es el de negar a la zarzuela todo valor, heredando los feroces ataques de Pedro Antonio de Alarcón, que Sopeña considera muy injustos al estimar a los citados compositores como buenos músicos que, ante el rechazo continuo por parte del Teatro Real hacia una posible ópera española, acuden a la zarzuela en busca del éxito popular y del beneficio económico, pero siempre con la nostalgia de la ópera grande. Apuntala Sopeña esta opinión constatando el fracaso de Hilarión Eslava con el intento de su “España Musical” y el hecho de que al inaugurarse el Teatro Real solo tuvieron cabida en él tres obras españolas, ILDEGONDA en 1854, ISABEL LA CATOLICA en 1855 y MARINA (ya convertida en ópera) en 1870, todas ellas de Arrieta, músico que, a la sazón menospreciaba al “grupo de los cinco” como tuve ocasión de plantear en la reseña de MARINA.
En 1849 estrenó su primera zarzuela en dos actos LA MENSAJERA y además, desde entonces, en un acto: A ULTIMA HORA (1850), ESCENAS DE CHAMBERI, con Hernando, Oudrid y Barbieri (1850), EL ESTRENO DE UN ARTISTA (1852), LA COTORRA (1853), EL AMOR Y EL ALMUERZO (1856), EL LANCERO (1857), CASADO Y SOLTERO (1858), UN PLEITO (1858) zarzuela de la que Gayarre incluía una romanza en sus recitales, UNA VIEJA (1860) que es de las pocas obras que cuentan con alguna grabación discográfica, en este caso la Cavatina “Un español que viene” cantada por Antonio Cortis en 1925), ANARQUIA CONYUGAL (1862), UNA NIÑA (1861), LA EDAD EN LA BOCA (1861), UNA HISTORIA EN UN MESON (1861), EN LAS ASTAS DEL TORO (1862) obra que cantó Gayarre antes de su fama, cuando bajo el seudónimo de Sandoval participó en una compañía de zarzuelas por Aragón junto con su amigo el barítono Francisco Salas y que constituyó un fracaso) y ANTES DEL BAILE, EN EL BAILE Y DESPUES DEL BAILE (1864), en dos actos: LAS SEÑAS DEL ARCHIDUQUE (1850), LA PICARESCA, con Barbieri (1851), TRIBULACIONES (1851) y EL HIJO DEL PUEBLO (1859), en tres actos: EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO (1852), EL SECRETO DE LA REINA, con Hernando e Inzenga (1852), EL VALLE DE ANDORRA (1852), DON SIMPLICIO BOBADILLA, con Hernando, Barbieri e Inzenga (1853), LA CISTERNA ENCANTADA (1853), EL HIJO DE FAMILIA, con Oudrid (1853), UN DIA DE REINADO, con Oudrid, Barbieri e Inzenga (1854), CATALINA (1854), ESTEBANILLO, con Oudrid (1855), LOS COMUNEROS (1855), ENTRE DOS AGUAS, con Barbieri (1856), AMAR SIN CONOCER, con Barbieri (1858), EL JURAMENTO (1858), DEL PALACIO A LA TABERNA (1861), EL DIABLO LAS CARGA (1860), LAS HIJAS DE EVA (1862), MATILDE Y MALEK-ADEL, con Oudrid (1863), LA CONQUISTA DE MADRID (1863), LOS CABALLEROS DE LA TORTUGA (1867) y LA VARITA DE VIRTUDES, MAGIA (1868), en cuatro actos: POR SEGUIR A UNA MUJER, con Hernando, Barbieri, Oudrid e Inzenga (1851), EL SARGENTO FEDERICO, con Barbieri (1856) y LOS MADGYARES (1857).

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