Nacido en Puenteáreas, provincia de Pontevedra, el 11 de julio de 1884, Soutullo fue, como muchos otros músicos, heredero de una tradición familiar que él siguió e incrementó. Efectivamente, su padre, modesto director de banda municipal en la población de Redondela, le animó a seguir la actividad de compositor y le dio sus primeras lecciones. No tardaron éstas en dar fruto, pues a los catorce años Reveriano ya era director del Orfeón de Tuy.
Su paso decisivo al terreno de la composición para el teatro se vio favorecido por su traslado a Madrid en 1902, luego de haber servido algún tiempo como músico en el Regimiento de Murcia. En la capital de España prosiguió su formación musical, matriculándose en el Conservatorio, donde obtuvo un premio de composición. Éste, a su vez, le permitió optar a una beca para perfeccionar estudios en Alemania, Italia y Francia.
A su regreso, su prestigio y sus primeros logros como compositor le abrieron las puertas del género chico, en plena vigencia en aquella época.
Son muchas las obras, cerca de un centenar, que Soutullo escribió y aunque no dejó tampoco de componer obras para banda e incluso para orquesta, la mayoría de sus producciones corresponden al teatro musical. Entre los títulos más destacados cabe señalar Paloma del barrio (1911). Guitarras y bandurrias (1920). El asombro de Gracia, Marcha de honor, El capricho de una reina, Luces de verbena, etc.
Colaboró en diversas ocasiones con otros compositores como Tena en Piso 5°. letra C, Enrique Estela en Rosa de Flandes. etc. Pero fue con Juan Vert con quien obtuvo sus mayores éxitos hasta el punto que la pareja ha pasado a la historia de la zarzuela de modo parecido al de Chueca y Valverde. Entre las zarzuelas escritas por ambos compositores cabe destacar Encarna la Misterio (1925), hoy olvidada, y las célebres piezas La leyenda del beso (1924) , La del soto del Parral (1927) y El último romántico (1928), todavía vigentes en el repertorio habitual. También fue obra de su colaboración la revista musical Las maravillosas, basada en un texto de Tomás Borrás y Antonio Paso.
Además de sus actividades en el campo del género chico, Soutullo compuso una ópera, La devoción de la Cruz, y la suite sinfónica Vigo, obras en las que hizo gala de una cuidadosa instrumentación, característica habitual de sus obras.
Este compositor murió prematuramente en Madrid, el 29 de octubre de 1932, poco después de haber sufrido un accidente automovilístico.
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