sábado, 25 de marzo de 2017

Jerónimo Vilardell

Nació en Sabadell, el 10 de febrero de 1916. Nunca se le ocurrió que podía ser cantante. La posibilidad le llegó de improviso, sin proponérselo, cuando hacía el servicio militar en el Cuerpo de Ingenieros. Se formó un coro para animar la fiesta patronal del Arma y Jerónimo solicitó participar en él. El maestro de la banda le hizo una prueba y como apreció que tenía buena voz le enseñaron algunas canciones. Alcanzó tanto éxito que llegó a cantarlas después por la radio.
De vuelta a Barcelona, una vez terminada su vida en el ejército, su hermano le presentó a la soprano Margarita Garrigós que estaba cantando en el Liceo. Entre su hermano y Margarita le animaron a seguir la senda del canto por lo que decidió ponerse al día y recuperar el tiempo perdido. Estudió solfeo con el maestro Francisco Ribas, director del Liceo, y canto con Jaime Ferré, antiguo tenor de dicho teatro. Parece ser que fue un alumno aventajado y aprendió con facilidad. Su voz, que era excelente, adquirió brillantez y gran facilidad en la emisión, manejando el registro agudo sin aparente esfuerzo.
Su aprendizaje en cuanto a repertorio y soltura escénica lo hizo en las compañías de aficionados que actuaban en Barcelona y su provincia. También ganó varios concursos de radio organizados por la emisoras barcelonesas, y hasta cantó en aquellos Nidos del Arte, donde figuras destacadas del teatro no tenían a descrédito actuar con principiantes. Esto le facilitó el camino y lleno de esperanza hizo su presentación en el Teatro Nuevo de Barcelona el 16 de marzo de 1947 con MARINA, piedra de toque de casi todos los tenores españoles. Le acompañaron cantantes tan conocidos como la soprano Lolita Torrentó, el barítono Juan Gual y el bajo Luis Corbella. El triunfo alcanzado fue grande y le llevó al campo profesional. Su nombre comenzó a ser estimado en lo que valía. Perteneció a la Compañía de Luis Gimeno, con la que tuvo brillantes actuaciones en el Teatro Calderón. Después, perteneció durante cuatro temporadas a la que encabezara el gran Marcos Redondo. Con él cantó todas las partes de tenor de su repertorio y estrenó VOLODIA EL ESQUIMAL, del maestro Jesús Romo. Luego figuró en la de Francisco Bosch, hasta que el popular empresario Tomás Ros le contrató para su compañía. Con ella estrenó SOBRESALIENTE EN AMOR, de Dotras Vila, y LOS JERIFALTES, de Julián Santos.
Su repertorio llegó a estar constituido por treinta y cinco zarzuelas y algunas óperas, de las que sólo interpretó algunos fragmentos en concierto.
Cuando la fugaz resurrección del género tras la posguerra, comenzó a decaer, allá por los años sesenta, se vio obligado a espaciar sus actuaciones. Poco a poco su nombre aparecía tras largas pausas en los carteles. Y, al cabo, desapareció. Fijó su residencia en Barcelona y trabajó primero como representante y luego como industrial de Artes Gráficas hasta su jubilación.

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