Quien primero advirtió sus cualidades para el canto fue su padre, que había sido un destacado barítono aunque no deseaba que su hija se dedicase a la lírica. Al final, vencida su débil oposición, se convirtió en el único maestro que tuvo Ana María, y ella en su única discípula. Los resultados superaron cuanto los dos habían imaginado.
Debutó en la escena en el Teatro Real de Gibraltar su padre, don José García Olaria, a pesar de hacer más de veinte años que se había retirado de la escena, le sirvió de padrino cantando con ella.
Y en 1965, a los treinta y cuatro años, cuando había conseguido crédito y fama, lo dejó todo para contraer matrimonio.
Se volcó en la pedagogía, impartiendo clases de técnica vocal en la Escuela Superior de Canto de Madrid desde 1981, institución de la que fue nombrada catedrática tres años más tarde.
Aquí canta un fragmento de "Aquella canción antigua" de Dotras Vila.
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